Monday, June 6, 2011     17:19
 

La odisea del Hotel Aspinwall de Taboga

Durante la etapa francesa en la construcción del Canal de Panamá, se edificaron dos magníficos hospitales, uno en la ciudad de Panamá y el otro en Colón.

Hacia 1882, se decidió construir un centro para convalecientes en la isla de Taboga, a menos de una hora de la ciudad capital, que vino a representar una muy acertada decisión.

Después de la escandalosa debacle francesa y adquisición de las propiedades del canal por los Estados Unidos, en febrero de 1904, los nuevos propietarios convencidos de los éxitos obtenidos por sus antecesores, ampliaron y remodelaron este mismo centro, adquiriendo equipo completamente nuevo.

Por varios años fue muy útil dentro de su concepción original, pero debido a las reducciones en la fuerza laboral, por la cercana finalización de las obras canaleras, hubo la necesidad de cerrarlo y dentro del aspecto burocrático. tranferirlo del Departamento de Sanidad al de Subsistencia, orientando su función hacia el aspecto hotelero.

Trabajando con esta idea en mente, se llegó a la inauguración del Hotel Aspinwall ( llamado así en honor de uno de los zapadores del Ferrocarril de Panamá, prominente político y hombre de negocios ).

El nuevo centro, de inmediato, fue un gran acierto económico, no solo por la belleza y comodidad de sus instalaciones, sino por la excelente localización frente al mar, unidos a la espléndida atención que ofrecía a los huéspedes, además de precios accesibles, que determinaron un muy alto porcentaje de ocupación.

Con el cese del auge económico y la disminución de los trabajadores, por la cercana inauguración
del Canal de Panamá, el hotel confrontó diferentes tipos de problemas que motivaron su cierre en julio de 1916, quedando abierto para algunos paseos especiales, que también se volvieron esporádicos.

Después de grandes esfuerzos y negociaciones para no perder estas preciosas instalaciones, en enero de 1917 se reabrió, una vez más, el Hotel Aspinwall.

Se tomaron medidas de mucha importancia con el objeto de darle un fuerte apoyo,
tales como rebaja del pasaje por lancha y transporte del equipaje, que se llevaba desde Balboa directamente hacia las lanchas. Estas medidas parecieron inyectar al proyecto alguna esperanza.

Sin embargo, una enorme dificultad se presentó con la entrada de los Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial, que vino a proyectarse en estrictas medidas de seguridad aplicadas en la Zona del Canal, tales como racionamiento de gasolina y alimentos, un mayor control en permisos para los trabajadores, limitaciones para paseos y viajes, restricciones en el uso de la electricidad, etc), que llevó al cierre de las instalaciones hoteleras, para destinarlas a un campo de concentración para prisioneros alemanes.

Después de la firma de la paz y unas remodelaciones a las estructuras, se reabrió el Hotel el 30 de mayo de 1918.

Se realizaron intensas promociones con precios de $50.00 por mes, canchas de tennis, botes para pescar, pero todo parecía que iba hacia el fracaso.

El gobierno de los Estados Unidos, ya cansado de tener estas obligaciones, decidió el traspaso a un consorcio privado formado por los señores James Malloy y su esposa Tilly, quienes tenían una gran experiencia en la rama hotelera.

En agosto de 1921 se reabre y se inicia una época de brillo, de esplendor y de acentuado éxito económico y social.

Fue por muchos años el centro de grandes eventos, principalmente en los fines de semana cuando ofrecía una variada programación, bajo la estricta vigilancia de los esposos Malloy, quienes le daban ese toque familiar, sinónimo de triunfo y confianza.

En junio de 1923 se presentó un fuego que destruyó gran parte de las instalaciones, pero con el esfuerzo indomable y fuerte trabajo de sus dueños, nuevamente abre sus puertas.

Con la Segunda Guerra Mundial y todas las restricciones que se iban presentando, fue imposible hacer mas reparaciones a sus estructuras, que se fueron abandonando, hasta que en 1945 cerró en definitiva.

El gobierno de los Estados Unidos retomó el lugar para convertirlo en una base de comunicación militar y naval para botes del tipo PT, en las playas de La Restinga.

Terminó así la historia del famoso Hotel Aspinwall de Taboga, sobreviviente de dos Guerras Mundiales y un incendio, pero dejando un esplendoroso recuerdo.