Monday, June 6, 2011     17:19
 

El Dr. Alberto Navarro A., una mente agil em movimiento

El Dr. Alberto Navarro vino a convertirse el 11 de junio de 1929, en el médico más joven ( 21 años ), que se graduaba, con honores, de la prestigiosa Universidad de Virginia, Estados Unidos.

Después de regresar a su país natal, Panamá, cumple un año de internado en el Hospital Gorgas y otro en el Hospital Santo Tomás, donde prosiguió su carrera de cirujano, hasta ascender a Jefe de Clínica Quirúrgica de 1932 a 1936.

Por esos tiempos no había en el cuerpo médico, un sentido de docencia en la mayoría de los médicos del Santo Tomás, tendencia que cambió con la figura del Dr. Navarro.

Poseía una técnica operatoria depurada y una pasmosa facilidad para describir los pasos que estaba efectuando en sus intervenciones.

A decir de sus colegas, de los internos y residentes, consistía un honor y un placer, que lo asignaran como asistente en cualquier operación del Dr. Navarro.

Se contaba, entre bastidores, una anécdota sobre una simpatectomía lumbar que estaba haciendo Navarro, por primera vez en el Hospital, cuando un renombrado Jefe de Cirugía de ese entonces, entró al quirófano y situándose detrás, del cirujano, le preguntó que operación era esa y le contestó que se trataba de un acto quirúrgico nuevo y pasó a explicar los pasos que hacía, cuando se percató que su interrogador había vuelto la espalda y se alejaba, dejándolo con la palabra en la boca.

Otro profesional de la Medicina, hubiera perdido la calma y tal vez expresar desplantes ante lo sucedido, pero Navarro era de otra clase y con ese humor y sagacidad que lo caracterizaba y rápido como el rayo, solo repostó “ Vea pues, ahora que estaba empezando a aprender, se marcha”.

Detrás de las mascarillas operatorias hubo muchas sonrisas y algunas carcajadas, por el agudo comentario.

Ese era el hombre de la rápida respuesta, que siempre llevaba una increíble agudeza e inteligencia.

Entra al ruedo político, de la mano de su colega, amigo íntimo y además socio en una Clínica conjunta que tenía con el Dr. Arnulfo Arias M, y resulta electo Diputado a la Asamblea Nacional para el período 1936-1940.

En la augusta cámara y para fortuna de la clase médica panameña, se une a su amigo y colega, el Dr. Sergio González Ruiz, al proponer un revolucionario proyecto de ley, por medio del cual “se reorganiza la profesión médica en los hospitales nacionales, se toman ciertas medidas y se deroga la Ley 78 de 1928”.

Navarro defendía a capa y espada el proyecto, con argumentos muy sólidos y con una gran vehemencia, que era producto de su inquebrantable fe en la formación científica de los médicos panameños, a quienes se les debía proteger.

La ley 78, en vigencia en ese entonces, creaba situaciones de prerrogativas especiales, para cinco médicos extranjeros que prestaban servicios en el Hospital Santo Tomás, que las perderían de ser aprobado este proyecto.

Igualmente, Navarro era un firme creyente en el médico institucional o sea a tiempo exclusivo para la institución, lo cual, significaría una absoluta dedicación a sus labores, sin preocuparse por trabajar, en las tardes, en clínica privada y completar, de esta forma, una remuneración justa y equitativa.

El proyecto aludido, tenía, sin lugar a dudas, un sello modificador y revolucionario, pues iba a terminar con prácticas de privilegios, dentro del Hospital Santo Tomás.

Después de discusiones en el seno parlamentario, fue rechazado por votación de 16 a 12 y así finalizó la intentona por reorganizar la medicina en Panamá, en esa época.

Desde 1941 hasta 1944, es el Jefe de Cirugía del Hospital Amador Guerrero en Colón donde dejó huellas de gran profesionalidad, docencia médica y gran cariño por la profesión.

En 1945 es nombrado Director del Departamento de Salud Pública, en cuyo rol le toca ser miembro de la Comisión Redactora del Código Sanitario de Panamá, que estuvo dirigida por el experto chileno Atilio Machiavello

De regreso a las lides políticas, es electo Alcalde de Panamá, para el período 1948-1952 donde dejó indelebles huellas de acción y probidad en el manejo de los fondos públicos.

Vino a convertirse, de esta forma, en el primer Alcalde seleccionado por medio del voto popular en la historia de la comuna capitalina y de la República de Panamá.

Después de terminar el período para el cual fue escogido, el Dr. Navarro falleció en esta ciudad, el 31 de octubre de 1952.

En su vida privada, contrajo matrimonio con la señorita Aminta Emilia Brin el 28 de septiembre de 1935, de cuya unión nacieron los hijos Alberto, María Elena, Ester y Juan.

Autor de numerosos trabajos científicos que se presentaron en importantes Congresos Científicos y publicados en acreditadas revistas de Estados Unidos y Panamá.

La política, no hubo duda, le sustrajo un precioso tiempo, que lo hubiera dedicado al ejercicio de la medicina en forma total y continua, con gran beneficio para Panamá.

Sin embargo, una característica que sobresalía en Navarro, era su innata creatividad, que le permitía trabajar a tiempo completo, aunque éste, estuviera limitado.

Con su aventajada preparación universitaria, con una inteligencia clara y analítica, con una rapidez en el diagnóstico y técnica quirúrgica impecable, pero sobre todo, con una sagacidad, que unida a su innata e ingeniosa chispa, ponían al Dr. Navarro en esa particular clase de hombres, que fueron dotados por Dios con todos los dones que reserva para sus escogidos.