Monday, June 6, 2011     17:19
 

La pésima caligrafía de los médicos

Los médicos hemos cargado, a través de los tiempos, con el estigma de poseer una pésima letra y hasta de sentir una especie de orgullo y satisfacción por esta cualidad.

Sin embargo, aunque algunas personas no lo puedan entender, nunca ha existido en las escuelas de medicina del mundo, una asignatura especial donde se enseñe a garabatear ni a fabricar trazos en forma ininteligible. De ser ello así, todos los futuros discípulos de Galeno e Hipócrates recibirían una calificación de sobresaliente y por supuesto, sin realizar muchos esfuerzos personales por obtenerla.

Conviene aclarar que tampoco hay cursos para el aprendizaje de caligrafías de estilo ni otros que conduzcan específicamente a un deterioro de la escritura.

Un posible factor contribuyente para llegar a estos resultados, sería el tomar notas y apuntes muy frecuentes, pero sobre todo rápidos, durante las conferencias que dictan los profesores, con el objeto de tener referencias exactas.

Después de un mínimo de cinco años de transitar por estos caminos, es lógico que se vaya degenerando, paulatinamente, un bello esfuerzo caligráfico inicial hasta convertirse en líneas de difícil entendimiento y en ocasiones hasta de auto comprensión.

El arte de prescribir recetas basadas en formas magistrales, nunca se concibió como un mecanismo de tortura china para los farmacéuticos, ni tampoco para ocultar fórmulas secretas y maravillosas que actuarían como atractivos especiales sobre los pacientes. No obstante, dichas recetas si fueron en tiempos pasados, exponentes clásicos de cosas enmarañadas y enredadas.

En las historias clínicas y notas de progreso en las cuadrículas o expedientes de los pacientes hospitalizados, aparece otro ejemplo de escrituras sin ninguna claridad, con el grave peligro de producir entendimientos erróneos al personal de enfermería y técnicos de laboratorio.

También contribuye este arte de escribir mal a confusiones en la interpretación de órdenes, tardanzas y dudas en sus cumplimientos.

En algunas ciudades de Estados Unidos se enseña en forma obligatoria el estilo itálico, algo que un adulto puede aprender en unas 10 a 20 semanas de entrenamiento. Es un proceso que debe ser practicado en firme hasta dominarlo, para resultar en una escritura clara, pero sobre todo, muy distinguida.

El estilo itálico, como se puede asumir por su nombre, se originó en ese país durante el siglo XV y ha tenido desde entonces una gran aceptación mundial. Cursos de esta naturaleza se dictan en forma rutinaria en más de 100 escuelas primarias y secundarias, con un notable aumento cada año.

Existe la idea de que nadie puede mejorar en forma espontánea su forma de escribir una vez que ingrese a los claustros universitarios, excepto si la persona se empeña en seguir un curso especial de caligrafía aunado a una tremenda voluntad de cambio.

Por el contrario, si es relativamente fácil ir empeorando esta escritura si hay un ingreso a las escuelas de medicina y sobre este tema parece que hay un total acuerdo.

La pobre forma de la escritura médica solo lleva a un adverso efecto en la calidad de la atención por pérdidas de tiempo al tratar de descifrar jeroglíficos que plantean en forma abierta, la posibilidad de acciones legales por dolorosas omisiones o confusiones.

Por lo general, la falta de tiempo es el peor enemigo de los médicos,dando por resultado esa rapidez en la escritura, lo mismo que el uso de abreviaturas, que plasmadas en una letra pobre y deficiente, solo añade un ingrediente más para terminar en una posible anarquía y desorden.

El farmaceútico de antaño que sufrió innumerables sinsabores al tratar de interpretar recetas complicadas, que los llevaban a estudiar y repasar con frecuencia la lista de las incompatibilidades químicas y que recurría al uso del mortero y pistilo en la confección de las fórmulas, ha dado paso a la modernización con los medicamentos totalmente fabricados, tanto genéricos como de patente.

Esta nueva tendencia va revestida de una mayor seguridad, tanto para el médico como el paciente, ya que solamente existe una pequeña posibilidad de error en la entrega del producto, donde la caligrafía confusa vendría a representar una de sus causas.

Las recetas de los facultativos se despacharán directamente de los anaqueles y no sujetas a la preparación clásica, lo que elimina totalmente el principio de misterio en la elaboración de las mismas y descartamos igualmente la necesidad de escribir de manera complicada, pues no hay nada que ocultar en estos tiempos.

Aquel conocido aforismo de " tiene letra de médico " empleado como un sinónimo para clasificar una escritura fea y confusa debe desaparecer si todos en forma conjunta y voluntariosa, nos empeñamos en cambiar el estilo estenográfico por algo elegante y claro,que vaya a significar una verdadera seguridad en la interpretación por cualquier profesional.

Médicos del mundo, uníos para sacudirnos de este lastre que traemos desde tiempos pretéritos, para que poco a poco se vaya diluyendo en la distancia y pierda su validez. Para que se de término a los chistes y chascarrillos que se elaboran alrededor de esta escritura.

Un dedicado esfuerzo a presentar notas hospitalarias y recetas que contengan un material totalmente comprensible y de fácil interpretación, solo llevará a la salvaguardia de un cumplimiento eficaz y seguro, que debe ser la meta final hacia donde dirigirnos para que se motive un cambio en la pésima caligrafía reinante.